El pasado 20 septiembre se cumplió un año de la muerte de Simon Wiesenthal, el hombre al que más he admirado. Enlazo el artículo que escribí entonces y que tuvo gran difusión mediática en Internet.
Q.E.P.D.
4.10.06
Aniversario
Publicado por
Eli Cohen
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
en
1:21 p. m.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Me sumo a tu homenaje.
Sin justicia no hay libertad, sin justicia el crímen no se acaba, es una herida que no se cierra, una tortua interminable. Por eso, sin justicia no se puede superar el trauma. Vale lo dicho en cualquier caso - poer ejemplo, el de los sanguinarios etarras que ahora pretenden sacar a la calle. pero en el caso del Holocausto, el delito es de tal magnitud que apenas puede llamársele delito. No hay palabras en el idioma para describir el horror, salvo recurriendo a la metáfora bíblica: Holocausto, Shoá. Para cerrar esa herida era necesaria la justicia; poner a los culpables ante la responsabilidad de sus crímenes. Triste es que haya tenido que ser un pequeño superviviente el impulsor de tal mecanismo. Desde aquí, mi tributo.
En la conferencia de Wansee, Himmler arengó a los asesinos de la "Solución Final" prometiéndoles un premio oscuro y terrible: Nadie sabría de su "brillante" acción, porque los judíos serían eliminados hasta de la memoria de Europa. Pretendían que llegaran a un punto en que para la historia no habrían existido nunca. De ahí el sigilo. De ahí la frialdad industrial de genocidio.
Una forma de vencer al Mal Absoluto es entonces, recordar la existencia de la oscuras y anónimas víctimas que fueron.
Recomiendo a todos visitar Yad Vashem. Existieron. Hemos vencido.
Yo también me sumo a este homenaje y, con tu permiso, reproduzco tu texto en mi blog.
Shalom
Me sumo, y le agradezco a Simon por todo lo que hizo por nuestro pueblo, seguramente descasará en paz. Z'L
Publicar un comentario