Ayaan Hiris Alí se va de Holanda. Por las amenazas de muerte de los islamistas holandeses que asesinaron al director de cine Theo Van Gogh y después de haber reconocido que mintió a la hora de pedir asilo en Holanda -¿quién no lo haría en su trágica situación?.
Holanda está enferma. Como toda Europa. Aquel país en donde leer, escribir y pensar eran el más alto oficio mientras Europa entera quemaba a sus herejes, ha sucumbido a la necedad continental. Holanda. Con una sociedad a años luz de cualquier otro país occidental, Holanda, debería ser la primera en resistir la embestida fanática. Con la muerte del joven cineasta Van Gogh, colaborador de Hirsi Alí, no le quedaba otra a la diputada liberal holandesa, heroína de los derechos humanos y de los derechos de la mujer, la cual ha estado luchando, sobre todo, contra aquellos clérigos salvajes que le extriparon el clítoris.
Se va a EEUU. A trabajar en una ONG que hace de think tank conservador. Seguro que allí se siente -y está- más segura. Perdónanos, a los europeos, por permitir que te fueras.
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