Pues sí. Después de años dudando y demorando la decisión, he venido a
vivir a Israel. No he hecho Aliá (no me he nacionalizado israelí) pero
ya veremos qué depara el futuro. Por ahora, voy a trabajar durante un
año en el gobierno del Estado de Israel. Vengo a
aprender, a mejorar y a vivir una experiencia incomparable que llevo
años deseando -desde que, siendo un adolescente, lloré con Éxodo de Otto Preminger.
¿A casa?
Y es que, ya vengas como turista, a vivir, a estudiar o
incluso a hacer negocios, Israel es una experiencia única. Por ejemplo,
al hacer escala en Bruselas, me perdí por las terminales -yo y mis
despistes, en fin- y pregunté a un policía belga por mi zona de
embarque, el me preguntó a donde iba, y al contestarle Tel Aviv, espetó
en hebreo:
-Habaita? (¿a Casa?)
Este
tipo de anécdotas en Israel -y camino de- son muy comunes, tanto que es
una pena que no puedo retenerlas todas porque pasan muy a menudo. Otro
ejemplo significativo, sucedió cuando me pasé por una manifestación en
Jerusalem -me niego a llamarles indignados israelíes- y estuve
hablando con un chico joven, propietario de una empresa de marketing en
Internet y e-commerce, cuyo padre es de Tánger y conversamos en español y
Jacketía -dialecto de los judíos que vivían en el Marruecos español-
sobre España, la situación económica...su novia había nacido en Israel
pero sus abuelos eran judíos expulsados de los países árabes después del
establecimiento del Estado de Israel -ese millón de judíos de los
cuales nadie se acuerda mucho.
Melting pot
Israel es el país más cosmopolita del mundo. Un melting pot
en toda regla. Yo vivo en el Monte Scopus, Jerusalem, justo encima de
la linea de armisticio de 1949, rodeado de barrios árabes (Sheij Jarrah,
Wadl Al Joz...) y viajo a diario en el autobús con árabes, como en
restaurantes junto a árabes, me siento en parques al lado de árabes y
comparto la ciudad con ellos. Si te sientas a comer un shawarma o tomar
un café en Ben Yehuda, la principal calle de Jerusalem, verás pasar a
religiosos, estudiantes, soldados, turistas, hippies, skaters, ancianos,
trabajadores, árabes, periodistas...podrás comprobar como una de las
principales tiendas de la calle se llama Irán, y seguramente encontrarás
a más de uno que hable español, o al menos que te haga una mención
sobre el Barça o Messi -el Barça, pese a Qatar Foundation, es el
equipo de fútbol nacional aquí-, quizás desalojan el restaurante que
está justo al lado del tuyo porque alguien se dejó una mochila y en
cuestión de minutos traen un robot para manipularla-Israel es un país en
el cual, si olvidas tu mochila no te la roban, sino que lo más probable
es que la hagan estallar- y sólo en lo que tardes en consumir lo que
pediste.
Cada esquina que cruces en Israel es un trozo de
historia viva. Hay miles de placas para recordartelo, incluso una plaza
dedicada a los Reyes de España.
Es recomendable contratar un guía que te explique todas las
peculiaridades de, en palabras de Joan B Cullá, la tierra más disputada.
Porque es así, es Jerusalem el nudo gordiano del conflicto, y sobre
todo esa pequeña ciudadela, especialmente el Monte Moriá, en donde,
entre otras cosas, según la Torah, comenzó la creación del mundo.
Comenzando
Antes de trabajar, tengo un mes de orientación en el
Menahem Begin Heritage Center, una especie de fundación-think tank,
situado en frente de la Ciudad Vieja. El centro es nuevo, amplio, frío,
confortable y muy profesional. Posee un museo, aulas, sala de
conferencias, otra para grandes eventos...Allí recibo clases de hebrero y
un Curso en Historia y Política de Israel con conferenciantes realmente
buenos, como el Dr. Edward Breuer o David Mendelson.
El director de la fundación, Herzl Makov, nos aconsejó que : the best
learning is experience, y a la vez, hizo gala de uno de los secretos del
éxito económico de Israel: el trabajo duro, la experiencia, la falta de
miedo frente al error. Mis compañeros son de todas partes del mundo,
desde Sidney hasta Michigan pasando por París o Moscú.
El
segundo día hicimos un tour por Jerusalem, en donde pudimos apreciar
más de cerca los contrastes y la historia de una de las ciudades más
fascinantes del mundo. Pasamos por barrios de haredim (ultraortodoxos)
como Mea Shearim, en donde sus vecinos viven como hace 200 años lo
hacían en Polonia o Rusia, pero usan coches, móviles, electrodomésticos,
ordenadores.. . No les gusta que vayan los periodistas con cámaras
porque no les gusta sentirse como animales de zoo. No es este el post en
el que hablar sobre las controversias entre la comunidad haredí y el
resto de Israel. Prometo análisis no sesgado sobre ello. Tengo que
aprender más sobre las raices de las mismas. Pero los haredim son otros
de los contrastes que se aprecian en Jerusalem: árabes y judíos, laicos y
religiosos, empresas de high tech y edificios milenarios...
Y
las vivencias no dejan de sucederse. Yuval, un amigo israelí, cuyos
padres son sudafricanos y trabaja en Begin Center, me contaba hace dos
días, mientras volviamos de casa de un compañero brasileño que va a
trabajar en la Presidential Conference'12 en bus, cómo fue su
experiencia como sargento de su unidad de tanques durante la Operación
Plomo Fundido. Confesándose izquierdista y contrario a la presencia
judía en Cisjordania, -y trabaja para el Begin Center, aunque dice que
la figura de Begin está por encima de ideologías porque fue un estadista
y hombre de honor- me narraba horririzado cómo se escondían los líderes
de Hamas en los sótanos de edificios habitados por civiles y cómo las
lanzaderas de cohetes se situaban en las azoteas de los mismos. Me dijo que, con sus propios ojos, jamás ha visto un crímen
de guerra por parte de Israel o una acción moralmente denigrante. Yo le
dije, que pese a que me congratulaba de ello, el Tzahal es un ejército y
puede cometer errores y abusos. Estuvimos de acuerdo en que los
soldados israelíes son los únicos a los que medio mundo les
exige ser ángeles.
Start Up Nation
Es curioso como, hasta hace poco, los judíos que venían a
vivir a Israel raramente lo hacían por encontrar una vida mejor
materialmente y económicamente hablando, lo hacían por idealismo o
escapando de alguna situación peligrosa o persecución. Pero hoy día,
como podemos comprobar en el libro de Dan Senor y Saul Singer, Start Up
Nation, los olim jadashim (nuevos inmigrantes) vienen ahora buscando
oportunidades de trabajo y prosperidad económica. El índice de paro en
Israel es del 5,8% y hay más empresas israelíes en el Nasdaq que indias,
británicas y chinas juntas. Pese a que la sociedad protesta por los
costes de vida (alimentación y alquileres son carísimos) aquí todo el
mundo trabaja, y la pereza no es una opción. Hay mucha facilidad para la
creación de empresas, solo dos días, y un gran mercado laboral en el
mundo del Non-Profit (sin ánimo de lucro).
Amos
Gilboa, que comandó la unidad drusa del Ejército de Israel en la Guerra
de Yom Kippur, nos advertía de cómo son los primeros meses en Israel: la
primera semana vives un sueño, besas el Muro de los Lamentos, visitas
lugares históricos en donde los judíos lucharon y trabajaron por ser
libres...la segunda semana, echas de menos tu casa y te preguntas qué
haces aquí, y en la quinta semana ya entras dando codazos al autobús y
coges el caracter rudo del israelí medio. No hay que olvidar que en
Jerusalem hay hombres con corazón de piedra, y piedras con corazón de
hombre.
Ya veremos.
8.9.11
Mi llegada a la Start Up Nation
Publicado por
Eli Cohen
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en
9:32 p. m.
Etiquetas:
Israel
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1 comentario:
Para llorar, en el buen sentido, tu post y no "Éxodo", que me ha dado nostalgia de un sitio que no conozco (por poco tiempo, menos mal que vuelvo a la cuarta semana, porque no tengo coche y debo utilizar autobuses a diario).
Y para reír también, no sé si será apropiado, pero no he podido evitarlo al leer lo de las mochilas olvidadas.
Para terminar, sólo desearte mucha suerte en tus proyectos y confesarte la envidia sana que me has hecho pasar.
Ojalá no dejes de escribir en español algún día, saludos.
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