8.9.11

Mi llegada a la Start Up Nation

Pues sí. Después de años dudando y demorando la decisión, he venido a vivir a Israel. No he hecho Aliá (no me he nacionalizado israelí) pero ya veremos qué depara el futuro. Por ahora, voy a trabajar durante un año en el gobierno del Estado de Israel. Vengo a aprender, a mejorar y a vivir una experiencia incomparable que llevo años deseando -desde que, siendo un adolescente, lloré con Éxodo de Otto Preminger.



¿A casa?


Y es que, ya vengas como turista, a vivir, a estudiar o incluso a hacer negocios, Israel es una experiencia única. Por ejemplo, al hacer escala en Bruselas, me perdí por las terminales -yo y mis despistes, en fin- y pregunté a un policía belga por mi zona de embarque, el me preguntó  a donde iba, y al contestarle Tel Aviv, espetó en hebreo:

-Habaita? (¿a Casa?)

Este tipo de anécdotas en Israel -y camino de- son muy comunes, tanto que es una pena que no puedo retenerlas todas porque pasan muy a menudo. Otro ejemplo significativo, sucedió cuando me pasé por una manifestación en Jerusalem  -me niego a llamarles indignados israelíes-  y estuve hablando con un chico joven, propietario de una empresa de marketing en Internet y e-commerce, cuyo padre es de Tánger y conversamos en español y Jacketía -dialecto de los judíos que vivían en el Marruecos español- sobre España, la situación económica...su novia había nacido en Israel pero sus abuelos eran judíos expulsados de los países árabes después del establecimiento del Estado de Israel -ese millón de judíos de los cuales nadie se acuerda mucho.


Melting pot

Israel es el país más cosmopolita del mundo. Un melting pot en toda regla. Yo vivo en el Monte Scopus, Jerusalem, justo encima de la linea de armisticio de 1949, rodeado de barrios árabes (Sheij Jarrah, Wadl Al Joz...) y viajo a diario en el autobús con árabes, como en restaurantes junto a árabes, me siento en parques al lado de árabes y comparto la ciudad con ellos. Si te sientas a comer un shawarma o tomar un café en Ben Yehuda, la principal calle de Jerusalem, verás pasar a religiosos, estudiantes, soldados, turistas, hippies, skaters, ancianos, trabajadores, árabes, periodistas...podrás comprobar como una de las principales tiendas de la calle se llama Irán, y seguramente encontrarás a más de uno que hable español, o al menos que te haga una mención sobre el Barça o Messi -el Barça, pese a Qatar Foundation, es el equipo de fútbol nacional aquí-, quizás desalojan el restaurante que está justo al lado del tuyo porque alguien se dejó una mochila y en cuestión de minutos traen un robot para manipularla-Israel es un país en el cual, si olvidas tu mochila no te la roban, sino que lo más probable es que la hagan estallar-  y sólo en lo que tardes en consumir lo que pediste.

Cada esquina que cruces en Israel es un trozo de historia viva. Hay miles de placas para recordartelo, incluso una plaza dedicada a los Reyes de España. Es recomendable contratar un guía que te explique todas las peculiaridades de, en palabras de Joan B Cullá, la tierra más disputada. Porque es así, es Jerusalem el nudo gordiano del conflicto, y sobre todo esa pequeña ciudadela, especialmente el Monte Moriá, en donde, entre otras cosas, según la Torah, comenzó la creación del mundo.

Comenzando


Antes de trabajar, tengo un mes de orientación en el Menahem Begin Heritage Center, una especie de fundación-think tank, situado en frente de la Ciudad Vieja. El centro es nuevo, amplio, frío, confortable y muy profesional. Posee un museo, aulas, sala de conferencias, otra para grandes eventos...Allí recibo clases de hebrero y un Curso en Historia y Política de Israel con conferenciantes realmente buenos, como el Dr. Edward Breuer o David Mendelson. El director de la fundación, Herzl Makov, nos aconsejó que : the best learning is experience, y a la vez, hizo gala de uno de los secretos del éxito económico de Israel: el trabajo duro, la experiencia, la falta de miedo frente al error.  Mis compañeros son de todas partes del mundo, desde Sidney hasta Michigan pasando por París o Moscú.

El segundo día hicimos un tour por Jerusalem, en donde pudimos apreciar más de cerca los contrastes y la historia de una de las ciudades más fascinantes del mundo. Pasamos por barrios de haredim (ultraortodoxos) como Mea Shearim, en donde sus vecinos viven como hace 200 años lo hacían en Polonia o Rusia, pero usan coches, móviles, electrodomésticos, ordenadores.. . No les gusta que vayan los periodistas con cámaras porque no les gusta sentirse como animales de zoo. No es este el post en el que hablar sobre las controversias entre la comunidad haredí y el resto de Israel. Prometo análisis no sesgado sobre ello. Tengo que aprender más sobre las raices de las mismas. Pero los haredim son otros de los contrastes que se aprecian en Jerusalem: árabes y judíos, laicos y religiosos, empresas de high tech y  edificios milenarios...

Y las vivencias no dejan de sucederse. Yuval, un amigo israelí, cuyos padres son sudafricanos y trabaja en Begin Center, me contaba hace dos días,  mientras volviamos de casa de un compañero brasileño que va a trabajar en la Presidential Conference'12 en bus, cómo fue su experiencia como sargento de su unidad de tanques durante la Operación Plomo Fundido. Confesándose izquierdista y contrario a la presencia judía en Cisjordania, -y trabaja para el Begin Center, aunque dice que la figura de Begin está por encima de ideologías porque fue un estadista y hombre de honor- me narraba horririzado cómo se escondían los líderes de Hamas en los sótanos de edificios habitados por civiles y cómo las lanzaderas de cohetes se situaban en las azoteas de los mismos. Me dijo que, con sus propios ojos, jamás ha visto un crímen de guerra por parte de Israel o una acción moralmente denigrante. Yo le dije, que pese a que me congratulaba de ello, el Tzahal es un ejército y puede cometer errores y abusos. Estuvimos de acuerdo en que los soldados israelíes son los únicos  a los que medio mundo les exige ser ángeles.


Start Up Nation


Es curioso como, hasta hace poco, los judíos que venían a vivir a Israel raramente lo hacían por encontrar una vida mejor materialmente y económicamente hablando, lo hacían por idealismo o escapando de alguna situación peligrosa o persecución. Pero hoy día, como podemos comprobar en el libro de Dan Senor y Saul Singer, Start Up Nation, los olim jadashim (nuevos inmigrantes) vienen ahora buscando oportunidades de trabajo y prosperidad económica. El índice de paro en Israel es del 5,8% y hay más empresas israelíes en el Nasdaq que indias, británicas y chinas juntas. Pese a que la sociedad protesta por los costes de vida (alimentación y alquileres son carísimos) aquí todo el mundo trabaja, y la pereza no es una opción. Hay mucha facilidad para la creación de empresas, solo dos días, y un gran mercado laboral en el mundo del Non-Profit (sin ánimo de lucro).

Amos Gilboa, que comandó la unidad drusa del Ejército de Israel en la Guerra de Yom Kippur, nos advertía de cómo son los primeros meses en Israel: la primera semana vives un sueño, besas el Muro de los Lamentos, visitas lugares históricos en donde los judíos lucharon y trabajaron por ser libres...la segunda semana, echas de menos tu casa y te preguntas qué haces aquí, y en la quinta semana ya entras dando codazos al autobús y coges el caracter rudo del israelí medio. No hay que olvidar que en Jerusalem hay hombres con corazón de piedra, y piedras con corazón de hombre.

Ya veremos.




1 comentario:

Myriam dijo...

Para llorar, en el buen sentido, tu post y no "Éxodo", que me ha dado nostalgia de un sitio que no conozco (por poco tiempo, menos mal que vuelvo a la cuarta semana, porque no tengo coche y debo utilizar autobuses a diario).

Y para reír también, no sé si será apropiado, pero no he podido evitarlo al leer lo de las mochilas olvidadas.

Para terminar, sólo desearte mucha suerte en tus proyectos y confesarte la envidia sana que me has hecho pasar.

Ojalá no dejes de escribir en español algún día, saludos.