17.2.10

El arte como herramienta de odio

Todo ciudadano con cierta conciencia histórica lo sabe: El arte no es patrimonio de la justicia y las buenas causas. Leni Riefenstahl, la directora de cine nazi, fue un ejemplo clarividente de ello. No el único, no el último. Ciertamente, la obra de arte que nos ocupa guarda, en su mensaje y forma, un parecido escalofriante con la película propagandística del Tercer Reich El Judío eterno, dirigida por Fritz Hippler.

Esta tarde, en la red -esta noche se harán eco los noticiarios televisados, ya que el tema es un pastel jugoso cargado de morbo- leemos como se ha quejado la Embajada de Israel ante una obra del artista madrileño Eugenio Merino en ARCO. Vemos, en la fotografía, a continuación, como el supuesto artista concentra y apelotona todos los mitos y clichés antisemitas latentes y recalcitrantes en la sociedad española: Dominación del mundo, nariz ganchuda, religión de guerra...La imagen lo dice todo. Faltan billetes de dolar en el bolsillo de la chaqueta del judío. Para la próxima.



Merino ha superado a sus predecesores rusos que escribieron los Protocolos y organizaban progromos, y a sus predecesores nazis que llegaron un poquitín más lejos, pero así empezaron.

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