Avatar, qué de veces me la han contado...

En el único ámbito en el cual no me resisto a las fiebres comerciales es el cine. Esta vez, es verdad, lo hice, y esperé a que pasara la ventisca palomitera de Avatar. Acabo de llegar y conforme sigo pensando en la nueva, sobrepublicitada y millonaria película de James Cameron, más agria se me queda la boca.

¡Pero si todas las personas que la han visto y con las cuales he hablado se han quedado maravillados! Qué le voy a hacer, o cada vez soy más asocial o carezco de fuste popular.

Avatar es una película, para empezar, que hemos visto ya varias veces en cine. Bailando con lobos de Kevin Costner o El Último Samurai de Tom Cruise, son algunos ejemplos. A mí, y también con simpáticos extraterrestres implicados -y aunque difiera en la sinopsis siendo el fondo el mismo- le cogí mucho cariño a Enemigo mío, protagonizada por Dennis Quaid. Todas hablan del extraño procedente de una potencia o imperio, que consigue formar parte de la tribu o pueblo asediado. Incluso Sigourney Weaver, que también sale aquí en Avatar, hizo dicho papel en Gorilas en la niebla. Aun así, siempre he insistido en que si la historia es buena y los valores que quiere transmitir loables, que nos lo ofrezcan las veces que les de la gana a los creadores...pero -y luego le daremos lo suyo a los valores que transmite- por favor, que no nos la vendan como la película del siglo, como algo novedoso, o como el futuro del cine.

Continuando con mi desbarrada sobre Avatar, y en la línea del argumento anterior -historia mil veces contada- nos situamos en su perceptibilidad, en lo que transmite. Emoción hay poca porque sabes lo que va a pasar en todo momento. Es predecible hasta hartar, los personajes son arquetípicos, la historia de amor prohibido necesaria en este tipo de historias más aún, y el final hasta un preescolar lo ve desde muy lejos. Si es que parece una película de Roland Emmerich, sí el que hizo 2012, El día de mañana...

La mayoría de los comentarios positivos sobre Avatar han sido sobre sus efectos especiales. Bueno, espero que a George Lucas no le hayan pirateado los ordenadores de Lucasarts porque el parecido de los Nav'i con Jar Jar Bings y los habitantes de Naboo es incontestable, así como de los animales de Pandora con los que salen en la nueva saga galáctica. Por no decir nada de la gama de vocabulario y nuevos nombres de otra galaxia. James, como Lucas te meta un paquete por plagio vas a tener además a una legión de frikis seguidores de Star Wars -sí, me incluyo, y con la cabeza alta- que te van a dar muchos quebraderos de cabeza.

Aun así, y dejando atrás mi defensa patriótica y nacionalista del legado de Lucas, ¿qué mérito tienen hoy día unos buenos efectos especiales?

Queriendo acabar esta diatriba crítica, llegamos al asunto de fondo, al mensaje, a la idea, a la reivindicación, a lo que nos dice entre líneas - y encima de ellas- James Cameron: Las grandes empresas controlan al Gobierno de EEUU para que saquee los recursos naturales a precio escaso a indígenas que no se metieron con nadie. De acuerdo. Yo no soy nadie para decirle a James Cameron el mensaje que tiene que transmitir ni cómo. Pero, coño, un poco de esencia genuina no estaría mal.

A mí tampoco me gusta la Guerra de Irak, pero ya estoy un poco harto de que me hagan creer que en la Casa Blanca -antes de Obama, supongo- habitan Satanás and cia conspirando por hacerse con el mundo entero. Ya estoy un poco harto de ver al típico general o coronel de los marines americanos -en el doblaje español siempre le ponen la misma voz, seguro que los que se encargan de ello creen que esa es la voz de Bush bebiendo sangre de niños iraquíes- masacrando a todo lo que se mueve sean niños, ancianos, mujeres, animales o vegetación, y ya estoy harto de que me señalen en una película como asesino de la naturaleza y de la madre tierra y hacedory cómplice directo de la muerte del planeta.

Vale, adelante, acusadme de neocón belicista y de fascista. Acusadme de contaminante, acusadme de que para quitarme las semillas de pescado de entre los dientes corto un árbol entero de la selva amazónica para conseguir un palillo. Acusadme de estar a sueldo de la CIA. Acusadme de todo ello por pensar así. No hay problema. Pero por favor, que nadie diga que esto es nuevo. Que nadie afirme que Avatar es algo original.

ACTUALIZACIÓN: Avatar es un plagio de Pocahontas y, más seriamente, de Llámame Joe, relato de Ciencia-Ficción de Poul Anderson.