En la era de la información, los modos de expresión que los individuos y la sociedad ejercen están en constante cambio. Internet ha sido uno de los inventos más grandes de la historia de la humanidad y todavía estamos lejos de calibrar sus consecuencias, y, por ende, no hay duda de que ha facilitado y mejorado la vida de muchos ciudadanos y ha abierto nuevos campos de expresión y debate.
Por ello mismo, como la Red es emblema de progreso y bienestar, y nunca una sociedad avanzó mediante la imposición, sino mediante la elección y el crecimiento de su oferta, es retrógrado y regresivo que se apruebe la nueva Ley que nuestro flamante Gobierno quiere aprobar.
El ciudadano de a pie debería estar hasta la mismísima coronilla de que artistas sin talento vivan del canon y las subvenciones mientras no se cuantos millones de parados -sin contar a los pequeños empresarios arruinados- no pueden llegar a fin de mes. Cuando una empresa privada se hunde, el dueño se jode, pero cuando alguno de esos elementos que se hacen llamar artistas -léase Ramoncín, por ejemplo, que ni siquiera los internautas se bajan sus canciones gratis- recurren a un canon mafioso -y además moralmente pernicioso, puesto que basicamente reza: bájate lo que te de la gana pero paganos primero permitiendo el supuesto delito mientras se abone la multa correspondiente- nos tenemos que joder todos.
¡Ya está bien de tanto chupar del bolsillo de los ciudadanos! La comundiad artística tiene que renovarse de una vez, como hizo Radiohead en su día o los Homres G hoy.
Así, suscribo el siguiente Manifiesto, que fundamentalmente versa sobre algo esencial en un régimen democrático: Los derechos de autor jamás pueden estar por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos.
3.12.09
No a la Ley Sinde
Publicado por
Eli Cohen
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
en
8:05 p. m.
Etiquetas:
política nacional
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
¿Dónde acaban mis derechos?
Donde empiezan los de otros.
Y eso, que siempre fue un hecho,
ahora se debate en foros.
Los autores, si algo crean,
no sólo es amor al arte,
sino que incluso desean
que por ello alguien les pague
y así pagar su hipoteca
como todo el mundo lo hace.
Por eso si compro un compact,
o en su caso un DVD,
él recibe tras mi compra
una parte del parné.
Lo que el autor nunca huele
es si yo, que soy atento,
se lo grabo a un amiguete
y se lo paso, lo entrego,
como él mismo me hace siempre.
Y ahí nunca se han metido
porque parece que entienden
que yo tengo permitido
copiar hasta los cassettes.
Pero sí tengo yo claro,
como lo tiene mi amigo,
es que si me gusta algo
prefiero tener el mío,
el mío, el original,
limpiarlo y sacarle brillo
y tenerlo en un altar.
O, vamos, lo que es lo mismo,
que si es copiar por copiar,
tengo hasta los chunguitos,
y las pelis de Van Damme,
que nunca me compraría
teníendolos que pagar.
Y exactamente lo mismo
lo podemos aplicar
al intercambio de archivos
en el emule, en el Kad,
en páginas de ‘prestigio’,
o hasta incluso al Googlear.
Lo que sí tiene delito,
y habría que castigar
es el comercio con copias,
el que gana por copiar
y venderlas por la boina
y hasta sin pestañear.
Y también al que les compra
esas copias tan piratas
y que en su casa amontonan
a pesar de ser tan malas.
Esos sí roban dinero
al que lo debe ganar
y permiten que estos cuervos
ganen por piratear
el trabajo que hacen otros
que nos brindan su crear.
chchsr
Para que queremos internet, para que quieren que lo querramos? esta puede ser la pregunta; más de 30 € al mes sin contar la electricidad, unos 30 Kw al mes.
El problema es también quién tiene el poder; les hay que hacen una canción y quieren vivir de ella toda la vida; vamos igual que el que pone un ladrillo, y, quieren que tenga internet y compre el CD.
Los tiempos cambian, para el que pone el ladrillo, estalla la burbuja inmobiliaria; para el que hace el CD, le ha estallado una nueva era que se llama internet.
HAY QUE CAMBIAR, la cuestión es qué
Publicar un comentario