Ante todo, lamento no haber avisado de mi periodo vacacional, y, lamento también, haberme ausentado mediáticamente durante el último chaparrón antisemita caído a raíz de los combates en el sur de Líbano que lleva a cabo Israel contra el grupo terrorista Hizbulá.
Este mes de julio, aparte de dejar de lado el blog y otras aficiones, estuve de visita una semana en Italia -nación que me esperaba, en infraestructuras y servicios, mucho más avanzada que España. Cuan tremenda fue mi equivocación. Llevaba años deseando contemplar con mis propios ojos las maravillas artísticas que residen en el país transalpino, aunque no tuve tiempo de verlo todo, espero volver en otra ocasión y visitar, en mayor medida, el sur del país y Sicilia, no solo el pueblo Corleone, sino también Palermo y Siracusa.
En el ecuador de mi viaje, comenzó el conflicto, y estando en la ciudad eterna, coincidí con la celebración de una concentración a favor de Israel que contó con la asistencia de políticos, cargos institucionales, periodistas, y unas tres mil personas, en las afueras de la sinagoga de Roma. Tuvo un nivel impresionante. Políticos conocidos internacionalmente, que yo sepa, solo estuvieron el polémico Gianfranco Finni y el número dos -dijo asistir en contra de la voluntad de su jefe- del actual Ministro de Exteriores y Viceprimer ministro italiano Massimo D'alema. Un amigo que habla a la perfección italiano fue mi intérprete durante todo el acto que duró un par de horas. Conforme transcurría la velada, se sucedían discursos lúcidos, emotivos y clarificadores. Hasta se llamo por teléfono al Viceprimer ministro italiano, el mentado Massimo D'alema, el cual recibió un fuerte abucheo por criticar las respuestas de Israel ante las provocaciones asesinas de Hizbulá. La noche se cerró con una entonación al unísiono del Hatikvah -himno de Israel- por parte de todos los presentes. Inolvidable.
Ya de regreso en España, el mismo día de mi llegada me encuentro con que Zapatero sale del cascarón respecto a la cuestión judía. Me pregunté entonces, y me pregunto ahora, ¿Dónde está la sorpresa? Nuestro presidente, un antioccidental marchito, un nostálgico de revoluciones arrugadas, siempre ha sido el clásico antisemita de izquierdas. Siempre. Aunque intentó disimularlo. Las pasiones a todos nos pueden, y ZP no iba a ser menos.
La oposición responde. Inercia lógica en política. Y, en el debate político, cual objeto cortante, entra el conflicto de Oriente Medio. De forma peligrosísima. Tanto para los judíos como para toda la sociedad. Así, José Blanco -ese titánico ignorante que ni siquiera tiene primero de Derecho aprobado, y, para más, es portavoz del partido gobernante- atiza fuerte para no perder el saldo de votos antisemitas que en este país es muy elevado: Las víctimas civiles son objetivo buscado de Israel. Claro Pepe. Los judíos, desde que tus ancestros pisaban esta tierra, se han alimentado de la sangre de los niños. A lo que llega Moratinos, en pleno histrionismo de represión totalitaria a decirle a un empresario judío, a un ciudadano español -¡a un ciudadano!-, lo que le consiente y lo que no. Y la intención de voto crece...
Es perfectamente compatible ser crítico con Israel y no ser antisemita. Léase Vargas Llosa o Hannah Arendt. Nadie, que se mueva en círculos abiertos, respetables y sin prejuicios, lo duda. Lo preocupante es que dicho axioma tenga que salir a relucir cada vez que el arquetípico periodista europeo arremete contra Israel.
Decir que Israel se comporta como los nazis -una chica judía ha sido asesinada en una sinagoga de Seattle por el hecho de serlo. Eso si es nazismo- por intentar acabar con un grupo terrorista fanático que ha lanzado 1800 misiles -cualquier país respondería militarmente ante tal agresión a sus ciudadanos civiles. Si en España se aplicaran las proporciones, se sabría que cuando en Israel mueren 20 personas, es como si aquí murieran 100. Osea, onceemes constantes- al norte de Israel -durante este conflicto el 15% de la población israelí vive en los refugios- en veinte días, que además se parapeta tras la población civil libanesa, forma un Estado dentro de Líbano, secuestra a soldados israelíes, y recibe apoyos de dos de las dictaduras más sangrientas del planeta, Irán y Siria, no es criticar a Israel. No. Es negar el derecho de existencia del Estado Judío -el único que tiene que pedir perdón por existir- y por ende, un acto de racismo, xenofobia y antisemitismo en su más puro estado. El gran problema es que la comparación -¿Cómo, ni siquiera, puede plantearse algo así?- malvada y con sarna de judíos y nazis es toda una costumbre respetable en Europa. Una comparación nauseabunda que responde a dos actitudes: Maldad o ignorancia. O ambas.
Así, ya estabilizado de la resaca de mis vacaciones, el panorama se recrudece hoy, día en el que han muerto 50 civiles en Qaná por un ataque de la aviación israelí. La aviación avisó con horas de antelación que se evacuara el edifcio. Desde el mismo, se lanzaban misiles katiushas contra el norte de Israel. Aun así los civiles se quedaron en donde estaban. Las fotos de niños muertos a manos hebreas volverían a inundar los telediarios europeos.
Más tarde, el ejército israelí decide anular durante dos días sus operaciones para investigar el suceso -insólito en cualquier ejértico del mundo. En cualquiera- y averiguar las causas del error...¿Para repetirlo de nuevo Pepiño?
"Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas" Albert Einstein
31.7.06
3.7.06
Invisible para Europa...
Daniel de Herut lo postea. Un video cargado de imágenes, jamás vistas en los televisores occidentales, de atentados terroristas palestinos.
Lo veo, el vídeo. Duro, impactante. Demoledor. Pero nada rentable para los medios de comunicación europeos, y menos aun, españoles. Pocas cosas, poquísimas, tan putrefactas son carga de Europa como el ocultar la tragedia de un pueblo, el israelí -el judío- que sufre día a día el zarpazo del fanatismo terrorista. Siendo cómplice, y esclavo -siervo- de dicha tragedia.
Lo veo, el vídeo. Duro, impactante. Demoledor. Pero nada rentable para los medios de comunicación europeos, y menos aun, españoles. Pocas cosas, poquísimas, tan putrefactas son carga de Europa como el ocultar la tragedia de un pueblo, el israelí -el judío- que sufre día a día el zarpazo del fanatismo terrorista. Siendo cómplice, y esclavo -siervo- de dicha tragedia.
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